El resumen de los hechos es fácil de relatar: en 1947, una supuesta aeronave de origen extraterrestre cayó en Roswell, Nuevo México, recuperándose diversos restos de la misma entre los que se encontraban los cuerpos de sus cuatro tripulantes. El mando militar de la zona se apresuró a recoger dichos restos y tratar de encubrir el incidente, pero los múltiples testimonios de habitantes de la zona confirman que, efectivamente, algo cayó aquel día del cielo en este pequeño pueblo del desierto norteamericano.
Desde entonces hasta el día de hoy, se han sucedido diversas teorías sobre lo que ocurrió realmente, y tan sólo una cosa está clara: Roswell puede ser considerado el origen de la Ufología o pasión por los Ovnis A partir de entonces, los testimonios sobre el contacto con seres de otro planeta se sucederían, pero ninguno estuvo tan cerca de ser real como éste.
Los hechos
Todo comenzó en junio de 1947. Un granjero de Nuevo México, Mac Brazel, descubrió una mañana en su rancho los restos del aterrizaje forzoso de algún tipo de artefacto. Brazel enseguida relacionó el accidente con la base aérea cercana, pero no trasladó sus quejas al sheriff de la región hasta el 5 de julio de ese mismo año. Los restos, del tamaño de una mesa, estaban compuestos caucho de color gris esparcido, papel de plata, papel, cintas adhesivas y algunas varillas de algo parecido a madera de balsa, muy flexible y que no se podía quemar ni abollar, recuperando siempre su forma original.
En los periódicos del día 8 de julio saltaba la noticia con el siguiente titular: “Las fuerzas aéreas capturan un platillo volante en un rancho de la región de Roswell”. Aunque, como se supo posteriormente, la información provenía de la oficina del sheriff local y no de las fuerzas aéreas.
Por su parte, Brazel decidió avisar del incidente al mayor Jesse Marcel, de la base aérea del Ejército en Roswell, que fue personalmente al lugar de los hechos.
Al día siguiente, el titular de los periódicos era el siguiente: “Ramey desmiente lo del platillo volante”. Ramey era general de brigada en la base militar de Fort Worth (Texas) que se desplazó, a petición de Brazel, para observar los restos. Dichos restos se identificaron finalmente como los de un globo meteorológico y por parte del ejército no se les dió mayor importancia, desmintiendo todas las teorías sobre el contacto con extraterrestres. Incluso se invitó, días después de los hechos, a un fotógrafo de la prensa local para que acudiera a fotografiar los restos a la base militar.
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